Cuando todo el mundo habla de Inteligencia Artificial (IA) me parece necesario hablar de la Inteligencia Natural (IN). Pareciera que esta ya no tiene importancia. Y no es por llevar la contraria a nadie. Simplemente me gustaría hacer una pequeñísima contribución a la sociedad para que nunca olvidemos quiénes somos y de dónde venimos.
Aunque no lo parezca, el destino de los humanos no ha estado marcado por sus facultades cognitivas, que han dado como resultado un mundo altamente tecnologizado.
El 90% de la existencia del Homo sapiens ha ocurrido en la sabana africana y en perfecta adaptación con el medio. No tenemos grandes garras, ni fauces con largos colmillos, ni podemos correr a gran velocidad; torpemente trepamos a los árboles; apenas saltamos y nuestros músculos son de poca fortaleza. ¿No te preguntas con curiosidad cómo una especie débil ha logrado dominar el planeta? Nuestros antepasados del paleolítico de hace 300.000 años apenas medían metro y medio y pesaban menos de 50 kilos. Tan solo eran un aperitivo para aquellos grandes depredadores de la sabana africana y, sin embargo, lograron dominar su entorno.
Una fuerza sobrenatural ha intervenido para forjar nuestro destino. Una fuerza que emerge de nuestro interior. Una fuerza promovida por químicos reales como el cortisol o la adrenalina, que impactan y alteran nuestro sistema nervioso. Las emociones guiaron el destino de los humanos desde su origen. En ellas estaba la fuerza para luchar por la vida, para cuidar y proteger a la descendencia, para organizarse y ser más fuertes, para perseguir sueños y metas…
Nuestro cerebro racional, el neocortex, es un añadido evolutivo sobre nuestra esencia, una corteza nueva superpuesta sobre un cerebro poderoso y sublime.¿Podrá la inteligencia artificial emular ese tesoro milenario? La Inteligencia Natural es a la vez compleja y extraordinaria. Cuando Gardner publicó en 1983, el polémico Frames of Mind: The Theory of Multiple Intelligences, lo hizo para romper con la idea de que la inteligencia es una realidad unitaria. Así, expuso diferentes inteligencias: corporal-kinestésica, interpersonal, lingüístico-verbal, lógico-matemática, naturalista, intrapersonal, visual-espacial y musical. Muy poco tiempo después se desarrollaba el concepto de Inteligencia emocional (IE) por los psicólogos Peter Salovey y John Mayer y que popularizaría Daniel Goleman.
La diversificación es una de las estrategias de la vida para garantizar la supervivencia, dando respuesta a un abanico de desafíos muy diversos. Es por ello que la inteligencia natural es compleja, divergente, múltiple y sorprenderte. El famoso Coeficiente Intelectual (CI) no está libre de sesgos que provienen de las necesidades de la sociedad occidental. La especialización y la división del trabajo han hecho que cobren especial importancia la expresión verbal, las matemáticas y el razonamiento lógico. Muchas personas que no entraban dentro de esos parámetros de inteligencia, socialmente impuestos, han tenido que superar barreras y frustraciones y, contrariamente, algunas personas que mostraban una inteligencia matemática extraordinaria en la escuela, no han encontrado un encaje social satisfactorio. Quiero expresar con todo ello que las ideas que sobre la inteligencia vamos asumiendo responden a intereses muy particulares de grupos sociales movidos por el dinero y el poder. Simplificándolo mucho, la inteligencia no es otra cosa que la capacidad de entender y comprender el mundo que nos rodea para poder vivir en él. Desde este punto de vista, nuestros antepasados de paleolítico eran extraordinariamente inteligentes. En aquella época primaba la supervivencia sobre la felicidad, un lujo que nuestros antepasados no se podían permitir. Hoy, lejos del paleolítico, en una sociedad occidental altamente tecnologizada, en espacios artificiales y sin depredadores... ¿nos podemos permitir la inteligencia natural para buscar la felicidad?
La Inteligencia Artificial no deja de ser otro negocio que precisa de seguidores fieles y comprometidos con la causa. Deslumbrados por algo que creemos que nos supera, ni nos preguntamos, ni nos cuestionamos. De esta manera vamos dando pábulo a algo que nos trasciende y con lo que tenemos una relación mítica e irracional.
No estoy en contra del progreso, en sus muchas manifestaciones. Pero sí me rebelo contra la alienación del ser humano. Nos ordenan, nos clasifican, nos estratifican y nos cosifican en función de nuestros intereses y capacidad de compra. La introducción sutil de la Inteligencia Artificial en la sociedad es realmente preocupante y aumenta progresivamente a medida de su idiotización. Hoy he leído una noticia de que miles de personas se han prestado a ceder sus datos biométricos del ojo (que son únicos) a cambio de un regalo de criptomonedas de dudoso valor. Vamos hacia un tipo de sociedad que busca la uniformidad de los individuos en su estilo de vida. Nos dicen qué pensar, qué comer, qué vestir, cómo relacionarnos, cómo amar… Es más barato, diseñar y producir cosas que valgan para todos. La política, que sirve a otros intereses, la publicidad constante y un ingente ejército de influencers nos prescriben cómo tenemos que pensar y vivir. Detrás de esta gran maquinaria está la Inteligencia Artificial con todos sus medios, softwares y artefactos. El mayor problema al que nos enfrentamos es la dejación y la pasividad de los líderes sociales que van permitiendo “hacer” a las grandes corporaciones. Falta una regulación de la Inteligencia Artificial que tenga un trasfondo ético. Eso significa, básicamente, que la IA nunca debería usarse para controlar, manipular o someter al ser humano; todo lo contrario, debería tener una finalidad solidaría y cooperativa; por ejemplo, para luchar contra las enfermedades y pandemias, reducir la contaminación, crear un ambiente ecológicamente sano, luchar contra las hambrunas, y crear una sociedad más justa y solidaria. Haríamos bien en preguntarnos: ¿cuál es el propósito de la Inteligencia Artificial?, ¿quién la controla?, ¿quién la regula?, ¿a quién le interesa?…
Entretanto, la Inteligencia Natural Múltiple parece estar en desuso. Pensamos y reflexionamos lo mínimo, apenas leemos, ya no necesitamos memorizar, menos calcular, casi no sabemos hacer nada con nuestras manos… y nos vamos acostumbrando a que nos lo den todo hecho. ¿Qué ocurrirá si un día necesitamos de nuestras capacidades cognitivas y emocionales de verdad? ¿Estarán atrofiadas? No hemos llegado hasta aquí gracias a la Inteligencia Artificial, sino a la Natural. Esa inteligencia de la que nos dotó la naturaleza es muy versátil y evoluciona de manera sorprendente. Sus posibilidades son incalculables. Apenas estamos utilizando un pequeño porcentaje de la capacidad de nuestra mente.
La Inteligencia Natural es capaz de estimular nuestras capacidades, luchar contra las limitaciones autoimpuestas, la negatividad, la inseguridad o la falta de motivación. La Inteligencia Natural nos ha permitido filosofar, crear arte, diseñar y construir, escribir poesía, crear mundos imaginarios y hasta diseñar el futuro que deseamos. Pero mucho más, ha logrado liberarnos del determinismo biológico que rige a todas las especies.
Y por encima de todo, la Inteligencia Natural es la única que puede llenar nuestras vidas y dotarlas de un sentido satisfactorio. Gracias a la Inteligencia Natural podemos experimentar todo tipo de emociones y sentimientos que llenan nuestras vidas. Gracias a la Inteligencia Natural podemos superar los fracasos, adaptarnos a las circunstancias y comprender el mundo que nos rodea. Gracias a la Inteligencia Natural podemos tener metas, deseos y aspiraciones que proporcionen sentido a nuestras vidas. Gracias a la Inteligencia Natural podemos disfrutar de los valores inmateriales (las tradiciones, la cultura, el arte, la música, la literatura, la gastronomía…). Gracias a la Inteligencia Natural podemos disfrutar del progreso. Gracias a la Inteligencia Natural podemos amar y convivir en armonía.
Es imperativo para nuestra sociedad cuidar el desarrollo de la Inteligencia Natural de personas positivas para la comunidad y comprometidas consigo mismas. No podemos renunciar a pensar, a cuestionar las propuestas que nos llegan porque, en la medida que las asumimos, renunciamos a nuestros propios pensamientos y a la libertad que nos proporcionarían.
Sin Inteligencia Natural no es posible el desarrollo, la independencia, la libertad, el amor y la felicidad. ¿Por qué íbamos a renunciar a ello?
Nunca olvides que en tu interior posees un tesoro milenario que puede hacer que tu vida sea significativa y feliz. Es una fuerza del universo, una energía invisible que ha viajado en el polvo de las estrellas con el que se ha formado tu vida.
"La vida no se trata de encontrarte a ti mismo. La vida consiste en crearte a ti mismo"
Bernard Shaw
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Comentarios
Totalmente de acuerdo, no debemos ser ajenos a la inteligencia artificial, pero no abandonar el cultivo permanente y juicioso de nuestra inteligencia natural. Nuestras relaciones, nuestras emociones y sentimientos no pueden cambiarse por nada. Son irreemplazable.