No son buenos tiempos para la empatía porque si algo caracteriza a nuestra época es el individualismo, el hedonismo y el consumismo.Todo lo contrario a lo que la empatía representa, pues es cooperación y generosidad. La empatía nos conduce hacia los demás. Es una capacidad que permite identificar y comprender las emociones y los sentimientos de los demás; pero no desde la distancia, sino desde el compromiso y el respeto, pues de alguna manera se participa de esas emociones y sentimientos. Coloquialmente hablando, decimos «ponerse en los zapatos de otro» para darnos la idea de su magnitud y significado. La palabra empatía fue tomada del griego (empatheia) por parte de la psicología a principios del siglo XX y está formada por el prefijo en- que significa «dentro» y la raíz -pathos que alude a «pasión», padecimiento, sentimiento e incluso enfermedad. Por consiguiente, mi traducción libre la expresaría como ponerse en el alma de otro. A mi entender es un don y la más grande de las habilidades sociales. Por supuesto que se puede cultivar, pero hay individuos que por su personalidad tienen una facilidad especial para empatizar con los próximos. Es realmente una gran virtud, una conexión que va más allá de la simpatía. Obsérvese que simpatía, también del griego (sympatheia), comparte la misma raíz que empatía; sin embargo, el prefijo syn- que significa «reunión, convergencia» le confiere un sentido totalmente distinto. La simpatía se produce entre personas con las que coincidimos en gustos, valores, ideas de la vida, opiniones… pero no va más allá. No obstante, nos resultará más fácil ser empáticos con las personas a las que conocemos y con las que compartimos esa simpatía.